Volviendo al espolón, su mayor dificultad técnica y la que da grado a la vía, se encuentra el segundo largo, completamente distinto al contexto general del resto del recorrido.
Comienza con una ancha fisura seguida de un diedro fisurado ligeramente desplomado. Cuando esta se ciega, una corta travesía a la derecha por placa de gotas de agua nos conduce a otra fisura que asciende hasta un pino. De ahí, llegamos hasta la estrecha repisa de la reunión con (creo recordar) dos espits. Única reunión con algo de equipamiento.
Si se hace todo en libre sería 6b+. El material que podemos encontrar en este largo se limita a algunos clavos que conocieron tiempos mejores, algún espit “roñoso” y una serie de cintas o cordinos más o menos raídos según el tiempo que haga que no han sido cambiados. Todo ello no obstante, permite “acerar” o poner algún pedal en los pasos más duros. La idea de una caída con semejante equipamiento más los anclajes flotantes que podamos añadir, no es muy atractiva.
El “tapón” que supone este segundo largo hace que muchas cordadas desistan de intentar la vía, o pierdan en él demasiado tiempo para llevar un horario adecuado en una ruta de estas características y longitud.
A partir de aquí, tres largos con predominio del 5c, donde encontraremos algún que otro clavo pero habrá que “navegar” evitando “embarcarse” más de la cuenta.
Como suele pasar en este tipo de vías en las que, salvo ciertos pasos obligados, puede subirse por muchos sitios sin desviarse demasiado del trazado original, las reseñas no se ponen de acuerdo con frecuencia y los grados de dificultad cambian de una descripción a otra. Ni siquiera hay consenso en la cantidad de largos, ya que al no haber reuniones montadas y no ser siempre evidente donde habría que montarlas, (pinos y puentes de roca lo facilitan bastante), el número de estos oscila según fuentes, entre 7 y 9.